viernes, 14 de agosto de 2009

Perfil, testimonio, entrevista

El perfil[1]

«Cuando hablamos de sinfonía equivale a muchos instrumentos en los que cada uno tiene su papel, su efecto y su propósito. Componer significa tener una idea global, un instinto de lo que ha de ser la pieza musical. Igual que escribir un perfil: hay muchos hilos conductores y cada uno debe tener consistencia y constancia para que, en conjunto, configuren la pieza. Creo que la analogía es adecuada porque el lenguaje escrito tiene una melodía interior. La siento al escribir. Intuitivamente sé si hay cosas fuera de balance o no. Viene del inconsciente —no tan inconsciente—, de la creatividad, está más allá del periodismo»,
Jon Lee Anderson

El perfil consulta varias fuentes para adentrarse en un personaje. Esas fuentes pueden ser amigos y opositores. Busca retratar, con palabras, los aspectos de la vida de un personaje. Hace una fotografía que, en ocasiones, puede ser en blanco y negro, de una manera sobria, clásica, y en otras presenta colores, matices, sombras; es arriesgado con las formas narrativas. Como expresó John Lee Anderson en el curso sobre perfiles para la Fundación Nuevo Periodismo, en Buenos Aires, Argentina “La idea es que el lector del perfil pueda ver a la persona como una escultura de Rodán puesta en el Museo del Pradro” (Anderson, 2005, p. 4). Es decir, que el lector pueda observar todos los ángulos de un personaje, que lo pueda mirar desde distintas perspectivas y pueda hacerse una idea clara de cómo llegó a ser lo que es,


Para John Lee Anderson, el perfil se aproxima a la biografía. Si se logra escribir un buen perfil. Si se alcanza a abordar al personaje desde todas sus dimensiones, fácilmente se podrá dar un salto para componer una biografía, como la biografía que el mismo John Lee Anderson escribió sobre el “Che” Guevara.


El perfil es un género que requiere especial sensibilidad de quien lo escribe, sin duda hay muchas condiciones que pueden desarrollarse en el ejercicio del periodismo y de la literatura, pero si la persona no está dispuesta a escuchar al personaje, si no está dispuesta a compartir mucho tiempo con él, si no pretende meterse en su piel, vivir lo que éste vive, será muy difícil que se haga un perfil que trasmita emociones al lector. Esa capacidad de relacionarse con la gente es difícil desarrollarla. Para lograr retratar una persona, hay que tener la sensibilidad para ir más allá de lo que se ve, hay que tratar de dibujar al personaje, más allá de lo que dicta lo racional, y dejar un espacio para los sentidos.


Para lograr que el personaje ofrezca detalles de su vida, quien haga un perfil debe ganarse su confianza. Como dice John Lee Anderson: “Los personajes necesitan confesores” (Anderson, 2005, p. 6); pero además de confesores, intérpretes, narradores que tengan la posibilidad de contar sus historias, que además puedan utilizar un lenguaje y una estructura narrativa que sea un elemento de identidad para los lectores.


Hay una buena comparación para referirse al perfil, está en el diario El País, que lo asemeja la caricatura


Como la caricatura, dibuja con pocos trazos la semblanza de una persona. El perfil es a la biografía lo que la caricatura al retrato. Y así como a veces reconocemos mejor un personaje en caricatura que en fotografía, así también un buen perfil puede competir con una biografía. El hecho de que el perfil sea un género breve no autoriza una investigación superficial. Entre más lo investigue, mejor sabrá el “perfilista” cuáles son los rasgos que definen a su personaje y cuáles los momentos más significativos de su trayectoria. (El País, 1998, 49).

El perfil muestra una visión de las distintas facetas de una persona, plantea todos los elementos que constituyen su vida: sus virtudes y defectos, sus éxitos y fracasos, su cotidianidad y sus sueños. Es la explicación de quién es una persona y cómo llegó a serlo. Es una exploración profunda en la personalidad. Se realiza a través de múltiples entrevistas y documentos. Para realizarlo hay que ser investigador, biógrafo, ensayista, pintor, caricaturista, historiador, psicólogo. Puede ser biográfico, personal o laboral, según el enfoque. Se vale de muchas voces que ayudan a reconstruir a un personaje.

El testimonio[2]

El testimonio es la transcripción del diálogo con el personaje; obviamente, por sus características, no cualquiera puede ser testimoniado, debe ser un excelente narrador, y deben hacerse varias conversaciones con él.


Este tipo de escritura ha sido, tradicionalmente, tratada con desprecio, sin embargo es importante porque cuenta los episodios de la vida de alguien que existe o ha existido. El testimonio está en América desde Colón y los cronistas de indias. Es una construcción de la historia.


Para algunos, el testimonio es una narración de urgencia, y existe actualmente una tendencia a dejar testimonio en la pintura, la arquitectura, el psicoanálisis las artes plásticas y la historia.


El testimonio no tiene la intención de pasar a la historia, simplemente deja una huella.


El perfil cuestiona disciplinas que antes no habían sido cuestionadas. Discute esa posición hegemónica de la literatura. Es un texto híbrido, que busca la manera de mantener el disfrute, sin ir en contra de la realidad. Para Roland Barthes es un acto de solidaridad histórica.


La investigadora Marie Stripeaut, en una conferencia acerca de la literatura testimonial, realizada en la Universidad de Antioquia en el 2006, planteó que así como hubo una nueva novela, la escritura de urgencia está creando a un nuevo lector. Propuso una nueva estrategia estética, que se remite a la práctica, que tiene otro nivel. Se basa en la pregunta de ¿cómo salir de lo verosímil a lo verídico?, una pregunta que se responde con los postulados de Genette (1991), en la que la ficción no es una condición sinequanon para definir la literariedad de un texto.
En el testimonio está presente la intervención de un mediador, un diálogo de voces que interactúan. En el relato de un náufrago está la historia contada por Luis Alejandro Velasco, pero se notan las costuras de la trama construida, hilada por García Márquez, hay elementos de su estilo, de su narrativa.


La entrevista[3]

Para Gonzalo Martín Vivaldi, la entrevista es un género que “reproduce por escrito el diálogo mantenido con una persona. Juan Castevella dice que es “la conversación entre el periodista y una o varias persona, con fines informativos (importan sus conocimientos, opiniones o el desvelamiento de la personalidad) y que se transmite a los lectores como tal diálogo, en estilo directo o indirecto”. Miriam Rodríguez Betancourt, por su parte, expresa que su propósito es “difundir públicamente (…) el contenido de la conversación, por su interés, actualidad y relevancia”.


La entrevista viene de los diálogos, inventados por los griegos, desarrollados por Platón. Es un diálogo entre dos o más personas, altamente informativo y de interpretación. Su objetivo es obtener información o revelar el mundo interior de un personaje. Busca conseguir información testimonial, obtener opiniones sobre hechos de actualidad y sobre temas de interés permanente.


La entrevista es un medio privilegiado para hacernos una visión del hecho que estamos investigando. Antes, las entrevistas eran una simple manera de recopilar información, nunca aparecían de cuerpo entero. Los incidentes judiciales ayudaron al desarrollo de este género. En una época, inclusive, se transcribían las indagatorias en los estrados para los periódicos. Los temas jurídicos, así como la etnografía y otras ciencias sociales apoyaron la evolución de la entrevista en profundidad.


Hoy se considera que el 80% de la información de los medios masivos se consigue mediante entrevistas. La entrevista nació en el periodismo, pero éste le dio un uso bastante restringido. La etnografía encontró en la entrevista la metodología para conocer, más a profundidad, datos sobre el hombre. El discurso puede revelar temores, costumbres, creencias, odios, saberes, tradiciones, sentimientos, que no pueden adquirirse mediante la simple observación.


Una buena entrevista nos responde quién es y cómo es el personaje. Para lograrla hay que tener dos saberes básicos: saber preguntar y saber escuchar. Saber preguntar va más allá de conocer lo que piensa y recuerda el entrevistado, busca que éste exprese lo que siente. Saber escuchar, por su parte, quiere decir prestar atención a la palabras que se dicen, concentrarse en la conducta del entrevistado y en analizar y asimilar todo lo que se perciba.


La entrevista puede ser, entonces, una técnica de reportería, y un género periodístico, con todas sus características y particularidades definidas que busca dar a conocer las opiniones del personaje escogido. También nos permite conocer sensaciones, recrear el sentir de los personajes.


Tipos de entrevista


Pregunta- respuesta: en la que se hace una introducción y se reconstruye el diálogo que se presenta entre el entrevistador y el entrevistado. Por su parte la entrevista creativa o literaria es una modalidad de entrevista en la que interviene la capacidad de quien la realiza para recrear el ambiente, las características del personaje. Este tipo de entrevista enfatiza en la forma, no solamente en el contenido informativo. Centra su interés en el entrevistado, ofrece diferentes ángulos de su personalidad, busca ofrecer al público un producto estético.


Entrevista creativa: en la entrevista de creación se conjugan la literatura y el periodismo, lo que permite la prolongación de la vida periodística de los personajes. Es más difícil olvidarlos cuando trascienden lo efímero de la información, cuando nos cuentan una historia con la que podemos identificarnos.


La idea es conseguir con la entrevista un perfil original e inédito del personaje, no repetir lo que todo el mundo ya ha dicho de él.


En la entrevista creativa, la intervención del periodista es totalmente activa, de él dependerá casi completamente el éxito del texto. Se deben tener en cuenta la preparación del tema, el conocimiento del personaje, la creación de un ambiente propicio que haga que el diálogo no parezca un interrogatorio, si no una conversación abierta que lleve a conseguir los objetivos planeados.


[1] Entre 1920 y 1930 se popularizó un nuevo género periodístico: los perfiles publicados en el periódico inglés The Times y por la revista norteamericana The New Yorker. El objetivo del perfil era mostrar una cara más humana de las noticias. Desde el principio, se marcó una gran diferencia con la entrevista, ya que los datos de obtenían consultando a varias fuentes y muchas veces ni siquiera se entrevistaba al protagonista.

[2] El testimonio nació de la entrevista. Es un género que surgió en el periodismo, pero recibió el impulso de otras disciplinas sociales como la antropología y la historia que lo convirtieron en una forma de darle voz a los que, tradicionalmente, no la han tenido.

[3] La entrevista, como género, nació en Estados Unidos cuando en 1839 James Gordon publicó un diálogo con la administradora de un burdel en New York que estaba involucrado en un escándalo judicial. Luego, Horacio Greeley publicó la entrevista con un pastor mormón en el New York Tribune. Estos dos experimentos fueron suficientes para que se popularizara la entrevista en el siglo XIX. En Colombia, la primera entrevista se publicó el 15 de julio de 1911 y era una conversación con un párroco boyacense al que se le acusaba de falsificación de billetes. Algunos teóricos plantean el origen de la entrevista en los Diálogos de Paltón.

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